Nada ocurre por azar. El azar es lo imprevisto, pero lo imprevisto por el ignorante es previsto por el sabio.

Todo acontecimiento resulta de un conflicto o de un equilibrio de fuerzas, y esas fuerzas pueden ser representadas por números. El porvenir puede ser determinado por el cálculo.

El porvenir está en el pasado y el pasado en el porvenir. Los efectos se encadenan tan necesaria y tan exactamente a las causas que, a su vez, se convierten en causas de efectos nuevos, tan conformes a los primeros en su manera de producirse, que un solo hecho puede revelar al vidente toda una genealogía de misterios.

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