Sepa qué chakra está bloqueado: el arte de despertar la energía interior

El ser humano es un universo complejo de cuerpo, mente y espíritu. Somos mucho más que huesos, músculos y pensamientos. Dentro de nosotros fluye una energía vital que sostiene la vida, que nos conecta con lo divino y que determina nuestro equilibrio físico y emocional. Esa energía circula a través de canales invisibles y se concentra en centros específicos llamados chakras. La palabra chakra proviene del sánscrito y significa rueda o vórtice, porque se los percibe como remolinos de energía en constante movimiento. Cuando giran libremente, el flujo de energía es armonioso y nuestra vida se siente en equilibrio. Pero cuando uno o varios chakras se bloquean, comienzan los conflictos, las enfermedades, los estancamientos y las crisis internas. Comprender los chakras es, por tanto, aprender a leer nuestro mapa energético y descubrir en qué parte de nosotros está la raíz de los problemas.

Existen siete chakras principales que se ubican a lo largo de la columna vertebral, desde la base hasta la coronilla. Cada uno de ellos se relaciona con un aspecto vital: supervivencia, sexualidad, poder personal, amor, comunicación, intuición y espiritualidad. Funcionan como ruedas de energía que nutren tanto al cuerpo físico como al campo emocional y espiritual. Un chakra equilibrado hace que fluya la salud y la claridad, pero cuando uno se bloquea o gira de manera débil, el cuerpo y la mente lo reflejan con síntomas específicos. Ese bloqueo no es un castigo ni un azar, sino un llamado a mirar adentro y atender aquello que hemos descuidado.

El primer chakra, conocido como raíz o muladhara, se ubica en la base de la columna y se relaciona con la supervivencia, la seguridad y la conexión con la tierra. Cuando está equilibrado nos sentimos estables, seguros y confiados en la vida. Pero cuando se bloquea surgen miedos, ansiedad, sensación de falta de pertenencia y problemas económicos. El cuerpo puede manifestar dolores en piernas, pies, espalda baja o trastornos intestinales. La reactivación de este chakra se logra trabajando con la tierra, caminando descalzos, meditando con piedras como el jaspe rojo y encendiendo velas rojas los lunes al amanecer mientras se afirma: “Yo estoy enraizado, yo pertenezco, yo soy fuerte y seguro”.

El segundo chakra, llamado sacro o svadhisthana, se encuentra en la zona del bajo vientre y gobierna la sexualidad, la creatividad y el placer de vivir. Su bloqueo genera apatía, represión, problemas de pareja, infertilidad y emociones estancadas. El cuerpo lo manifiesta en órganos reproductivos, riñones y zona lumbar. Para reactivarlo se puede trabajar con el agua, tomar baños rituales, bailar para liberar el cuerpo y encender velas naranjas un viernes al atardecer, pronunciando: “Fluyo con la vida, libero mi creatividad, honro mi deseo y me abro al placer”. El movimiento es clave para este chakra, pues al mover el cuerpo se despierta su energía.

El tercer chakra, el plexo solar o manipura, se ubica en la boca del estómago y es el centro del poder personal, la autoestima y la voluntad. Cuando está bloqueado aparecen inseguridad, miedo a tomar decisiones, problemas digestivos y sensación de falta de control. El cuerpo lo refleja con gastritis, úlceras, cansancio crónico y tensión abdominal. Reactivarlo implica fortalecer la confianza, hacer ejercicios de respiración profunda y meditar con la luz del sol. Encender velas amarillas los domingos al mediodía y afirmar: “Yo soy poder, yo decido mi vida, yo confío en mí mismo” es una técnica eficaz. También se recomienda practicar posturas de yoga que fortalezcan el abdomen para despertar este fuego interno.

El cuarto chakra, el del corazón o anahata, está en el centro del pecho y es el puente entre los chakras inferiores y los superiores. Es el chakra del amor, la compasión y las relaciones. Su bloqueo se percibe en la dificultad para amar, miedo al rechazo, resentimiento, soledad o dependencia emocional. El cuerpo lo manifiesta con problemas cardíacos, respiratorios, hipertensión o tensiones en la espalda alta. Para reactivarlo se aconseja abrirse a la naturaleza, practicar la gratitud, respirar profundamente imaginando un aire verde que entra al pecho y encender velas rosas o verdes los viernes al anochecer. Una oración que lo activa es: “Yo soy amor, yo recibo y doy amor, mi corazón es libre y pleno”.

El quinto chakra, el de la garganta o vishuddha, está relacionado con la comunicación, la expresión personal y la verdad. Cuando se bloquea aparecen problemas de garganta, tiroides, rigidez en el cuello, tartamudez o dificultad para expresar lo que sentimos. También se manifiesta en la tendencia a mentir o callar demasiado. Para desbloquearlo es necesario cantar, escribir, hablar con sinceridad y permitir que la voz fluya. Encender velas azules un miércoles al atardecer y pronunciar: “Mi voz es clara, mi palabra es verdad, mi comunicación es amorosa” ayuda a reactivar este centro. También beber infusiones de hierbas como manzanilla o menta suaviza la energía de la garganta y la libera.

El sexto chakra, conocido como el tercer ojo o ajna, se encuentra en el entrecejo y es el centro de la intuición, la percepción y la sabiduría interior. Su bloqueo genera confusión, falta de claridad, dificultad para recordar sueños, dolores de cabeza o problemas de visión. Cuando está cerrado, la persona se siente desconectada de su intuición y vive solo desde la mente racional. Para reactivarlo se recomienda la meditación, el silencio y la contemplación. Encender velas violetas un jueves por la noche, acompañadas de incienso de sándalo, y repetir: “Yo veo con claridad, mi intuición me guía, mi mente y mi espíritu están en armonía” abre este chakra. También se puede trabajar con cristales como la amatista o el lapislázuli, colocándolos en la frente durante la meditación.

El séptimo chakra, llamado corona o sahasrara, está en la parte superior de la cabeza y conecta con lo divino, con la espiritualidad y con la conciencia universal. Cuando está bloqueado surgen sentimientos de vacío, desconexión, desesperanza o falta de fe. El cuerpo puede manifestarlo en migrañas, problemas neurológicos o insomnio. Reactivarlo requiere abrirse a lo trascendente, practicar la oración, la meditación y el contacto con el silencio interior. Encender velas blancas un domingo al amanecer y declarar: “Yo soy uno con el universo, yo recibo la luz divina, yo confío en el plan sagrado” despierta la corona energética.

Comprender los chakras es entender que cada aspecto de nuestra vida, cada emoción y cada pensamiento tiene un reflejo en este sistema energético. Los bloqueos son señales que nos invitan a trabajar en nosotros mismos, a mirar hacia dentro y a sanar. No se trata de buscar la perfección, sino de mantener el flujo de energía en movimiento. Las técnicas de reactivación, como la meditación, las oraciones, el uso de colores, las posturas de yoga o los rituales con velas, son llaves que devuelven el equilibrio perdido. La energía vital siempre está disponible, esperando que la despertemos con consciencia.

Cuando nos preguntamos qué chakra está bloqueado, la respuesta está en los síntomas que el cuerpo y la vida nos muestran. Si sentimos miedo constante, probablemente sea la raíz. Si vivimos sin pasión, es el sacro. Si no confiamos en nosotros mismos, es el plexo solar. Si el amor no fluye, es el corazón. Si no expresamos nuestra verdad, es la garganta. Si la intuición se apaga, es el tercer ojo. Y si nos sentimos desconectados del todo, es la corona. Reconocerlo es el primer paso, y abrirse a trabajar con esas energías es el inicio de una vida más consciente, plena y armónica.

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